Alex Kaiser

Alexander Kaiser

EDAD : 18 Años

Personalidad

Si le preguntas a sus compañeros, te dirán que es arrogante y narcisista hasta grados peligrosos, controlador, manipulador y egoísta, casi rozando el límite de la cordura. Con pocos o ningún escrúpulo y definitivamente fuera de toda línea moral, el bien justifica los medios parece ser su lema. Si son las chicas las que contestan dirán que es atractivo y seductor, seguro de sí mismo, narcisista pero encantador si lo desea, y también cruel, egoísta y carente de sentimientos, además de infiel, por supuesto. Los mayores recordarán a un chiquillo que de joven se desvivía por seguir los pasos de su padre y se esmeraba por aprender a ser amable y confiable, como él, y te dirán que solo está pasando una fase, las malditas hormonas seguramente. Pero ninguno podrá decirte lo que su hermano Alek jamás te contará, que todo cambió el día que trajeron a casa los cadáveres de sus padres. El día en que el mayor de los hermanos tuvo que examinar el cuerpo contrito y carbonizado de su madre y el sangrante y desmadejado cuerpo de su padre para afirmar que no había lugar a dudas, ambos estaban muertos, calcinados, casi irreconocibles. El día que se quedaron solos frente al mundo. El día que Alex Kaiser decidió no volver a sentir. Si le preguntas a él, bueno, él probablemente te dirá que te metas en tus asuntos, pero de querer responderte diría que sólo hace lo que tiene que hacer, proteger a su hermano del mundo y no fiarse de nadie más porque la gente a la que quieres tiene la costumbre de desaparecer, siempre.

Historia & Datos Importantes

Tras perder a sus padres la abuela materna se va a vivir con ellos, una mujer irritante, como mínimo, poco afectiva y de mal carácter. Ambos quedan bien pertrechados a nivel económico aunque ninguno de los dos podrá hacerse cargo de la fortuna familiar hasta ser mayores de edad y ambos saben que la abuela acabará con todo antes de que eso ocurra. No es que les falte de nada, a ese nivel, pero tampoco cuentan con que el resto llegue alguna vez a sus manos. la abuela se encarga de pagar las facturas, surtirlos de tarjetas de crédito y pagar a los empelados domésticos, pero nada más. Tras un año de estudios en casa y psicólogos, la abuela decide mandarlos de vuelta al mundo real, más por hacerlos desaparecer de la casa que por una verdadera preocupación Es entonces cuando Alex empieza a asumir el resto de responsabilidades y cada día se aleja más de lo que le rodea. Poco a poco, vuelve a integrarse en lo que era su mundo, sus amigos, su equipo, la popularidad que siempre formó parte de su vida académica, pero ya nada le importa.

Consigue una beca de futbol en su segundo año de instituto, lo que a nadie sorprende teniendo los genes de un Kaiser. Con la nueva popularidad llegan las fiestas, más chicas y el no tener apenas que estudiar para que los profesores te aprueben. Mientras rindas en el campo a nadie le preocupa si sabes donde está Francia. Se deja llevar, durante un tiempo sale tanto que su dolor pasa a ser solo un mal recuerdo, su memoria solo una laguna, apenas es capaz de recordar a qué día vive pero despierta cuando Alek se mete en problemas. Su hermano pequeño ha querido seguirlo y se ha metido en un buen lio. Sacarlo de él no es tan fácil, dinero, sobornos y chantaje, ni siquiera lo ha pensado, si está mal no le importa, sólo que su hermano vuelva a casa es una prioridad, sano y salvo. Tras eso se contiene, alejar el dolor es bueno, pero ya no se permite beber o drogarse tanto como para perder la capacidad de pensar, nunca más. Si él hubiese estado más centrado su hermano nunca hubiese llegado tan lejos. Control. Esa es la máxima.

Las chicas van y vienen con la misma frecuencia que las horas del reloj, y como ellas, pasan sin pena ni gloria, mientras transcurren las adora, las mima, y las usa, pero una vez se han ido nadie las recuerda. Sólo hay una excepción a esa regla, aunque nunca lo admitiría. Ella es la mejor amiga de su hermano, una niña que conoce desde que era una cría, su vecina de al lado, casi una hermana. Dos años menor que él, una chica que solía colarse por el ventanal de su cuarto cuando quería pasar la noche con su hermano Alek y no la dejaban, una que se colaba también para quedarse con él cuando tenía pesadillas. Una que dejó de hacerlo cuando creció, ¿o fue cuando sus padres murieron? La recuerda en el funeral, pálida, con las mejillas húmedas y los ojos rojos de tanto llorar, él quiso acercarse a consolarla, su madre, como los de ellos, muerta en el mismo extraño accidente. Pero no fue capaz de obligar a sus pies a moverse y fue Alek el que se acercó y le pasó un brazo por los hombros, y eso estaba bien. Era como debía ser. Las visitas de la niña dejaron de producirse durante un tiempo, casi todo el año que estuvieron prácticamente recluidos en casa, entre cuatro paredes, y Alex descubrió que la echaba de menos, su carácter insolente, sus bromas, pero de pronto volvió, convertida en una mujer y Alex lo sintió como una traición, una persona más que lo traicionaba cuando más la necesitaba. Sus bromas ya no eran inocentes, se había convertido en una chica descarada y provocativa, pero lo peor de todo, lo peor de la traición de aquella niña fue el descubrir que no podía fingir con ella. Lo obligaba a sentir y eso, eso era imperdonable. Lo descubrió en su tercer curso, el primero de ella, cuando, tras encontrarla fumando a escondidas en el baño de chicos, con una minifalda que apenas llegaba a cinturón, las medias rotas y el rimmel corrido hizo un intento de sermonearla y explicarle que el dolor no se iba hicieras lo que hicieras. Ella solo le miró, con media sonrisa, de esas que ahora siempre usaba, mitad sexy mitad desinteresada y le dijo "oh, callate...tú no eres mi padre" y como para confirmarlo le besó. La reacción de Alex fue cerrar a partir de esa misma noche la ventana a cal y canto todos los días. Jamás le permitiría volver a tocarlo.

Pero lo hizo...sólo una vez.