Larga noche. Jake y Vanesa. Cap 3.

Genial. ¿Y ahora qué? Me pregunto mientras la llevo a casa en su flamante todoterreno. No debí ofrecerme para acompañarla cuando llegamos en un parpadeo a casa de los Kaiser. Él es su mejor amigo, ¿no? Pues debería ser él el que la llevase. Yo debí irme con viento fresco en cuanto pude y dejar que se matasen entre ellos si es menester. Pero no...el rubio se ofreció y yo tuve que salir con eso de que me cuadraba de camino. Si...al infierno...

Por encima dejé la moto en el campo de la fiesta y no podré ir a por ella hasta mañana. Y la niña tenía allí el coche porque pensaba recogerlo a la vuelta de la fiesta, así que técnicamente ella me estaba acercando a mi. Por suerte pude imponerme y coger yo el volante. A regañadientes me subí sin decir mucho y emprendí el camino hacía su casa. Una vez más. Parezco su maldito chofer...

Vale, que sí, que no quería dejarla allí y menos que el rubiales "metete la mano donde te quepa" la acompañase, pero ahora no sé bien cómo comportarme o qué decirle porque sigo sin saber qué mierda se supone que he hecho mal esta vez. Por la pelirroja no puede ser, ya lo he aclarado antes, ¿no? Además...hemos vuelto atrás en el tiempo, la fiesta está empezando, así que técnicamente no he estado allí, asi que tampoco he bailado con nadie...Si...eso me gusta. La sonrisa socarrona se me escapa mientras sigo visualizando la carretera y me la encuentro reflejada en el espejo al mirar por el retrovisor, me apresuro a borrarla antes de mirarla a ella por el mismo espejo. Demasido tarde, ya la ha visto. Sigue enfadada, y yo pérdido.

- ¿Vas a volver a hablarme o vas a seguir de morros por siempre?...es sólo por saber...algunas dan las gracias cuando te pasas la noche intentando mantenerlas con vida, ¿sabes?

¿Por más mala que una sea? Tendría mucho que decir a eso respecto, como que no sabe lo que es la maldad, ella no, estoy seguro de que nunca la ha sentido. Soy un experto en eso, probablemente la rubia también, pero aparto el pensamiento con rapidez y no vuelvo a acordarme, porque no puedo pensar en otra cosa que en ella ahora mismo.

La mirada pareciativa que me profesa ahora, mientras me quedo desnudo ante ella sin ocultarme y sin atreverme aún a tocarla profundamente me devuelve la serenidad. Esa es la mirada que conozco, segura e intimidante, esa que hace apartar la vista a otros menos voluntariosos. Sonrío, para ella, cuando dice que le encanta.

Se incorpora un poco para besarme y después se echa hacía atrás de nuevo y sus manos se ocultan a su espalda, luchando con el cierre de su sujetador, no le digo que yo acabaría antes, porque no tengo prisa. La observo, cuando se pone juguetona y después de desabrocharlo lo sujeta por delante para matenerlo ocultando sus pechos y luego se quita sólo un tirante. Dejo que las comisuras de mis labios se distensen y llevo mis manos a su cintura, tomando el hilo de su tanga para bajarlo, sin mirar lo que hago, con los ojos fijos en lo que hace ella. Bajo sus braguitas por sus piernas y ella se tumba sobre la espalda para elevar las piernas, aún sujetando las copas de encaje sobre sí.

- umm...¿vas a negarme el privilegio?

Ya sé que no, pero me parece importante seguirle el juego. Aparto el fino encaje que acabo de retirar a un lado y me pongo de rodillas sobre la cama, entre sus piernas para coger su mano, ella aguanta el sujetador con la otra y eso me hace reir porque pienso que cree que intento que se le caiga. No es eso. La tomo de la mano y tiro de ella para obligarla a ponerse de rodillas sobre la cama también, en cuanto llega a mi altura la sujeto por las caderas, la miro con fervor y comienzo a acariciarla, contorno, espalda y muslos. Llevo mis manos a su cuello entonces, apartando el pelo hacia atrás en ambos lados y me inclino a besarla, despacio, abarcando con mis manos su cuello y nuca. Las paso luego por su espalda, recorriendo su espina dorsal con los dedos y bajo hasta agarrar firmemente su trasero y llevarlo hacía mi, hasta que mi pene se aloja entre sus muslos bien firme.

Ella entonces retira el otro tirante y aún mantiene el sostén sobre sus senos, con el abdomen pegado a mi pero el dorso ligeramente echado hacia atrás. Miro su hombro desnudo y me inclino para besarla allí, en el hueco de su clavicula, llevando una mano luego hasta su omoplato, ayudandome a plantar mis labios con mayor firmeza en su piel. La otra sigue sujetando su cachete, y mis dedos lo acarician mientras lo amasan gustosos.

Alzo la vista con una muda pregunta sin salir de mis labios y los bajo, pues, por el hombro hasta la cumbre de su seno, esperando a que aparte el resto de tela cuando ella quiera. Mientras encuentro muy interesante la parte que sobresale de la copa del sostén, y un poco más allá los dedos que siguen agarrando la tela también me entretienen. Uno a uno me los voy llevando a la boca.

Parece increible, pero me estoy divirtiendo. Me encanta verla así, tan suelta y confiada, no es lo habitual, supongo que en ninguno de los dos.

Ella gime y mi conciencia vibra al tiempo en que lo hace, perdiendose en el deseo que me llena de ella sin llegar a desbordarme y si el ritmo de mi boca en su pezón se acelera es porque quiero volver a escuchar ese sonido cuyo eco aún resuena no en mi oido si no mucho más adentro. La adoro. Le pillo la mano cuando empieza a bajarla, con claras intenciones, y vuelvo a sonreir porque su falta de paciencia me causa gracia. Nunca imaginé que sería yo el que mantuviese la calma y el instinto a raya, no con ella que es capaz de hacerme suspirar sólo con un alzamiento de cejas, una mirada o, incluso, una palabra.

- ¿donde está el fuego?- pregunto en un murmullo bajo mientras suelto su pecho y subo hasta alojar mi cabeza en su cuello, son mis manos, ahora, las que acarician esos pechos erguidos, duros y incitantes que apuntan hacía mi.

Y ella sonrie con malignidad lo que me hace corresponderle. Bajo una de mis manos por su vientre y la alojo entre sus muslos con suavidad, acariciando la estrecha linea de vello que lleva hasta su interior y luego separo sus labios enchidos con los dedos, jugando con su humedad.

- habrá que apagarlo...

Contesta algo sobre descubrir una manguera mientras su mano se llena con mi miembro y yo suelto una risa, cogiendola y apartandola de allí.

- aún no es tiempo para eso...

Creo que entiende que lo que digo es que quiero más tiempo, tiempo para apreciarla, tiempo para asegurarme de que no me dejo ninguna porción de piel por explorar.

La beso a ella primero, devorandole la boca con el mismo impetu con que me gustaría devorarle el alma y quedarmela entera. Bajo a su cuello luego pasando la mano libre por su costado, acariciando su vientre y subiendo de nuevo hacía su pecho, rodeandolo y amasandolo antes de pellizcarlo con cuidado, y mis labios vuelven a bajar hacía aquel otro monticulo que aún no he saboreado, para hacerme de él como del primero y mientras mis dedos se introducen en ella tras frotarla pausadamente.

Y vuelvo a bajar, con los labios posados en su abdomen, disfrutando del sabor salado, rodeando su ombligo con la lengua y disfrutando de como su piel se eriza al contacto en la fina cobertura de sus muslos, pero cuando retiene el aliento y espera que la bese allí, donde ella aprieta las caderas, saco los dedos y le doy la vuelta, impulsandola por las caderas, dejandola boca abajo sobre la cama.

Uso las dos manos para coger sus gluteos entonces, y amoldo mis manos a ellos primero, después uso ambas palmas para acariciar su espalda, cuya curvatura me vuelve loco, así como cada sonido que sale de ella, no pierdo detalle, cada lunar, cada curva, cada poro erizado. Es perfecta.

Bajo con las dos manos de nuevo hasta su caderas y separo sus cachetes con las manos y esta vez si acerco mi rostro a su centro, y poso mis labios en la conjucción de sus piernas sosteniendo su trasero con ambas manos para mantenerlo subido y sus piernas separadas. La beso, lamo sus pliegues, succiono un poco para saborear bien su jugo y luego muerdo sus gluteos varias veces.

Me gusta todo en ella, la forma en que sube sus caderas, el sonido de su respiración escapando de sus labios, la manera en que estira el cuello y su pelo se expande sobre la cama. Hasta la forma en que sus manos acarician las sábanas me gusta.

Con un último pase de lengua la suelto y subo por su cuerpo dejando pequeños besos húmedos de ella a lo largo de ese cuerpo curvilineo y precioso que no puedo dejar de mirar. Las manos siguen el curso de mis besos, subiendo por sus costados mientras mi boca se centra en otros lares y sigo hasta sus hombros, apartando de nuevo su pelo y colocando mi cabeza pegada a la suya para decirle antes de que se gire.

- no te vuelvas ahora...quiero decirte algo...

Y la niña espera, recogiendo la respiración, impaciente. Yo sonrio quedamente en su nuca y apoyo mi mejilla en la suya mientras la rodeo con los brazos, apretandola contra mi cuerpo.

- te quiero solo para mi...no te enfades...

Se gira, de pronto, pero parece sonreir, al volverse entre mis brazos quedamos de frente y no puedo rescindir la necesidad de tomarla, así que le cojo el suello y me estiro para besarla, ella se mueve y se sube encima de mi, cosa que le permito. Creo que ya está lista.

El beso se intensifica a medida que ella decide acariciarme a su vez, y yo subo las manos por su cuerpo y la acarico entera varias veces sin dejar que sus labios se separen de los mios y evitando que su aliento deje de alimentarme.

Es cuando se coloca sobre mis piernas con las suyas abiertas que busco la posición para alojarme entre ellas y paso de adentrarme en su boca a pequeños pero urgentes besos sobre los labios. Es ella la que ahora se coloca.

Cuando abro los ojos la luz de la ventana, ardiente, me quema las retinas. Parpadeo y al intentar incorporarme una fuerte punzada en las sienes me obliga a quedarme quieto y es entonces cuando una pierna sedosa se mueve sobre mi cadera, apresandola y bajo la vista. Una pierna larga, dorada y perfecta.

Lo intento otra vez y acabo por incorporarme con un leve quejido. Al bajar la vista primero hasta las sábanas veo primero la pequeña mancha de sangre y me toco la nariz...mal asunto. Me limpio con el dorso antes de volverme para mirarla. Está dormida, relajada, con los brazos rodeando la almohada y el pelo sobre la cara. Su pierna sobre mi, apresandome y una leve sonrisa en la boca.

- Mierda...

Es lo unico que digo, no es ni por asomo suficiente para expresar lo que estoy pensando, pero tendrá que esperar, el martilleo es insoportable. Busco el baño, la primera puerta parece un vestidor, la segunda es una especie de gimnasio, la tercera vez encuentro al fin el baño. Abro el grifo del lavabo y melimpio primero la sangre seca de la nariz, luego me mojo la frente y la nuca e inspiro varias veces. Me seco, le halo un momento al espejo que me devuelve la mirada sin responder a mis preguntas y me doy por vencido.

Vuelvo adentro y me siento en la cama, poniendome la ropa interior y los pantalones, intentando moverme lo menos posible y no hacer ruido. Estoy por irme pero no puedo evitar echarle un último vistazo. Me quedaría allí, toda la vida me quedaría. Ella se despereza, con los ojos cerrados, y aguanto la respiración mientras creo que se está despertando, pero no lo hace, solo cambia de posición y se desplaza, como buscando el calor. La miro durante un par de minutos, aparto la melena de su rostro y la veo dormir. Bajo la vista a su espalda desnuda, a la curva de su cintura, y si, aparto un poco esa sábana blanca que la cubre, sólo un poco y la visión de su trasero firme vuelve a descomponerme. Me muerdo el labio y me obligo a no hacer nada. me pongo los calcetines y los zapatos y busco la camiseta. Al coger la chaqueta descubro que el móvil está vibrando y cuando me fijo veo el luminoso indicando que tengo no uno, si no seis mensajes nuevos. Suspirando me decido a volver a mi vida, pero antes...

Sin plantearme si está bien o no le saco una foto, tal como está. Para quedarmela. No es como si fuese a subirla al youtube ¿no? Tampoco tiene por qué enterarse. Y antes de irme me inclino para besar su mejilla, pero también la beso en el hueco del cuello, inhalando su perfume.

¿Debería arrepentirme? Puede que si, ayer no era yo mismo...pero no lo siento. Y no es dificil saber por qué. Por desgracia resulta que la quiero. Eso ya lo sabía antes, en realidad, pero es algo que ella no debería saber.

Me voy antes de que abra los ojos, y sólo me encuentro con una de las criadas al salir, la cual me hace bajar la vista, porque si, me siento culpable, pero no por lo de ayer, si no por esto, ahora. La saludo con un escueto "buenos dias" y me contesta con una mirada turbia y despectiva, que esta vez sé que me he ganado completamente.

No la veo en todo el día. Es el lunes cuando en la tercera clase, llego tarde y al abrir la puerta la profesora me saluda con un gesto hosco y un "llegas tarde y ya tenemos hechos los grupos" Me encojo de hombros, indicando lo poco que me importa, de hecho prefiero trabajar solo pero entonces agrega "Cabot no tiene compañero, harán el trabajo juntos...¿a qué espera?"

Y si, me he quedado varado en la puerta, y solo después del tono brusco de la señorita miro hacía el fondo y la veo, morena, divina, y cabreada, como una valkiria a punto de estallar. Y yo frunzo el ceño, porque no quería cruzarme con ella, de hecho me aparté de su camino en el aparcamiento y por eso llego tarde, pero también porque todo me suena a turbio, ¿desde cuando esta no hace pareja en clase con el rubio?...

Me acerco a regañadientes y espero a que se aparte para dejarme un sitio en el pupitre.

Al menos me la pone fácil, eso es de agradecer, ni me ha mirado mientras se aparta del pupitre y me deja pasar para ocupar el otro asiento en las mesas de a dos. Yo sí la miro, sólo para hacerme un compuesto de situación y ver hasta que punto la he cagado, mucho, parece, lo cierto es que más que mucho, recuerdo perfectamente lo dicho y cada vez que lo recuerdo me estremezco. Debería conseguir un hechizo para cerrarme la boca, pero no...

Me pasa las notas, les echo un vistazo y la clase sigue. No digo nada, ella tampoco. Pasa el tiempo y la niña no se molesta ni en mirarme de refilón, la verdad es que me molesta, aunque no tenga tiempo para ocuparme de eso ahora. No, ahora no. Ahora hay cosas más importantes, o eso me digo. Lo primero, arreglar las meteduras de pata del sábado, si es que aún estoy a tiempo.

Después veré qué hago con ella. Tengo que pensarlo y barajar mis opciones, no sé si puedo volver atrás.

La clase pasa sin demostración alguna por nuestra parte de que nos conozcamos, incluso nos hallamos visto antes. A la hora de salir lo hago yo primero, apurandome mientras ella se queda a hablar con el amigo y un grupo más. Decido saltarme las siguientes, la verdad es que se lo debo, lo minimo que puedo hacer es pasar un par de horas en la biblioteca y hacer ese trabajo por ella. Al menos no tendrá que preocuparse porque debamos vernos para arreglarlo. Es lo que hago, por una vez me molesto en hacerlo bien, incluso lo encuaderno en la libreria del barrio antes de entrar en el comedor a la hora adecuada y dejarlo sobre su mesa mientras come un yogurt.

Alza la vista apenas, la mirada no ha cambiado, creo que me odia. Debería alegrarme. No comento, ella tampoco. Sólo lo dejo alli con nuestros nombres bien visibles en la portada y me largo. Tampoco iré a las demás clases. Hay que enmendar errores. El primero de ellos me lleva a la tienda de ropa, una tienda pequeña propiedad de un antiguo amigo de mi padre, un hombre bueno y honesto que no merecen que le roben. Me cuesta un poco explicarle que me he llevado un par de prendas sin pagar, pero no hace muchas preguntas cuando le digo que me urgía, no sé qué sabe exactamente pero sí que cree que las necesitaba para otra cosas y por eso no pregunta. Me siento mal al no decirle la verdad, porque él piensa que el motivo ha sido una buena obra y no hay nada más alejado de la verdad, pero no puedo decirle otra cosa, insiste en que no tengo porque pagarlo y yo en que sí, y cuando lo arreglamos y me coge el dinero su hijo, de once años, sale de la trastienda y me pide dice alborozado que ha conseguido pasar la cuarta pantalla del Gear y le revuelvo el pelo antes de entrar a verlo.

Al final me quedo a jugar un par de partidas con el niño, que me mira como si necesitase un hermano mayor que no tiene, y una hora larga después escucho la voz de ella hablando con el dependiente y dueño de la tienda de ropa. Está mal escuchar tras las puertas, pero no puedo evitarlo. Sólo entiendo que ella ha venido a lo mismo y que el buen hombre le dice que ya está resuelto. Cuando ella sale él entra en la trastienda y sólo me pregunta si es una amiga.

- No

Afirmo. Y estoy por salir detrás de ella y ver si puedo averiguar si sabe que me acuerdo de todo o si espera que no lo haga. Recojo, me despido y salgo, pero ella ya no está. El móvil suena, y entiendo que no debo buscarla sino ocuparme del otro asunto que dejé sin atender el fatidico día. Cuando me reuno con los chicos me entero, empero, de que es tarde para eso, la chica ya ha tomado la droga, sin edulcorar, que le ha dado otro camello y ha estado en la discoteca. Sólo espero que siga viva, o no podré vivir con eso. Apenas es una niña. Sólo tiene quince años.

Leyendo el periodico en una terraza, para ver si puedo calmar mi conciencia culpable al ver que no hay noticias de jóvenes violadas, desaparecidas o peor, ni tampoco suicidios de adolescentes, vuelvo a verla pasar, del otro lado de la calle. Levanto la vista del periodico, apenas, y me decido a decirle algo, es el tercer asunto a resolver, el que he dejado para el final porque no tengo ni idea de cómo empezar a arreglarlo. Lidiar con los capos de las drogas es mucho más fácil. Esos entienden perfectamente dos cosas, el dinero y la violencia.

- !cabot¡...!eh, cabot¡- le hago un gesto para que se acerque, borrando toda expresión de mi rostro. Con suerte puedo convencerla de que no me acuerdo- ya sé que no me hablas en clases, pero fuera solías hacerlo...¿te ha comido la lengua el gato?

Qué hija de puta...nadie, nunca, se ha atrevido a pasar de mi con semejante arte, niego con la cabeza, plateandome la opción de levantarme e ir a buscarla, pero no acabo de hacerlo y me acabo el café mientras la veo partir y subirse al auto, erguida, soberbia y tensa. Al final acabo sonriendo, porque lo cierto es que ese caracter podrido que tiene es parte de lo que amo de ella. Sigo pensando que me lo merezco. El caso es que el problema es que aún no sé cómo arreglarlo, así que mejor lo pienso mañana.

El diario me quita un peso de encima, pero no lo bastante cómo para no acabar en el barrio "chino" esa noche y actualizar los cotilleos, se sabe mucho más en una hora hablando con la gente de la calle que por leerse todos los periodicos del mundo. La chica está fisicamente bien, por el momento. Me quedan cinco días, entonces, cinco días para cambiarle la droga antes del fin de semana e impedir que vaya a la discoteca el viernes. Tiempo suficiente si soy capaz de centrarme.

El día siguiente no voy a clase, necesito recoger un surtido de "polvo" y llevarlo al laboratorio donde lo tratan para devolverme una droga igualmente relajante pero sin efectos secundarios. Me lleva casi todo el día entre idas, venidas y quedarme lo suficiente para apoltronarme con los demás y pasar desapercibido. El otro jake acabaría antes, pero no sé si los muertos nos cogerían en el cementerio. Es un pueblo pequeño.

El miercoles, sin embargo, me dirijo a clase con la firme convicción de encontrarla y hablar con ella. Lo cierto es que he llegado a la conclusión de que no es tan grave como parece. Cierto es que no tenía intención de decirle nada de lo que he dicho el sábado, pero una vez dicho tampoco tengo porque retirarlo. La idea es no ahogarse en un vaso de agua, al fin y al cabo ella tampoco ha debido darle tanta importancia, seguro que se lo han dicho un montón de veces y también que cree que solo ha sido una de esas cosas que se dicen en el momento.

Me ignora, sin embargo, cada una de las veces que la llamo o me acerco, hasta que me desespera y acabo cabreandome sin poder evitarlo. Es entonces cuando, en clase de quimica, la profesora pregunat si esta vez pienso hacer la práctica y a mi me sale de dentro un sonoro:

- Por supuesto...quiero a Cabot como pareja de laboratorio.

La profesora se sorprende un poco pero luego sólo le pregunta a ella. Ella se niega, claro, pero los demás no son tan valientes como para llevarme la contraria y nadie quiere trabajar con ella. Es divertido ver como se va sulfurando a medida que va diciendo nombres y los muy acojonados se van haciendo los suecos a medida que yo los miro con cara de "no me jodas que te rajo". El unico problema es que queda el rubio, y me da que no va a colar. De hecho se levanta, y asumo que va a ofrecerse voluntario, pero me sorprende mirandonos a los dos un momento, primero a mi y luego a ella, y con un gesto de disculpa se sienta con otra chica. Bajo la cabeza para ocultar la sonrisa y espero. Pero no viene. Está de brazos cruzados, protestando, hasta que la profesora le indica que soy yo o hacerlo sola. Y lo cierto es que sola significa un suspenso. Le voy arreglando el puesto para que tenga sitio para dejar sus cosas y cuando pillo la mirada del rubio, que no acabo de entender, decido darle las gracias con un gesto.

Al final se sienta, a regañadientes.

- ¿puedo relajarme o vas a morderme en cuanto me despiste?- pregunto en cuanto la profesora se da la vuelta y comienza a escribir en el encerado, cuchicheando- vamos, niña...no he hecho nada tan horrible...-nada, ni una palabra, empieza a exasperarme- un grito al menos...un exabrupto...te lo suplico, no soporto que no me grites- ¿es eso el comienzo de una sonrisa o me lo imagino? quizá he equivocado el método, probemos- antes me odiabas con mayor pasión...al menos podías fingir que no me soportas...que no digo yo que no lo hagas bien, esa mirada de hielo y la mirada al frente...pero...no sé...no me lo creo...

Más terca que una mula y con menos educación que su parienta de cuatro patas, eso es lo que es. Estoy casi seguro de que ha sonreido entre medias, porque sabe que sólo intento sacarla de quicio para que al menos me grite, pero ni con esas, se pone a mirar el móvil, como si lo que fuese ocupase todo su interés. La mato, yo la mato. Sólo que si la mato ¿qué hago yo luego sin ella?

La profe nos riñe pero para el caso que le hago podría estar hablandole al aire. Lo intento de nuevo, pero me contsta que si no entiendo que no quiere hablarme. Claro que lo entiendo, y por eso mismo, porque lo entiendo, tengo que conseguir que haga lo contrario. Que no me hable no es una opción. Por poco que sea lo que nos vemos normalmente al menos siempre he sabido que ella estará alli cuando quiera verla, y eso, eso no estoy dispuesto a perderlo.

Me coloco tras ella, supuestamente para enseñarle cómo encender el mechero bunsen, con un brazo a cada lado de la mesa dejandola en medio, unica intención poder bajar la voz y que me escuche lo quiera o no.

- no puedes no hablarme...

Iba a acabar la frase diciendole que no era justo ese trato cuando yo todo lo que hice fue perder el norte una noche, que fue ella la que decidió seguirme el juego aún sabiendo que no estaba en mis cabales. Pero la profesora se gira y no le sienta bien ni la postura ni el hecho, claro, de que no le hago ni puto caso.

- no gracias- contesto cuando me "invita" a salir a la palestra- no me apetece.

Me manda al director, ahora recuerdo que yo iba a portarme bien este año, porque si me expulsan me dejan sin emancipación y me encierran en un centro de menores, dejando al abuelo solo en su estado. El cabreo puede conmigo, aunque lo cierto es que me lo he buscado solito, pero no lo veo en ese momento y le echo la culpa a ella, aventandole el libro de ejercicios.

Cuando estoy saliendo la escucho mandarme al cuerno y lo que me hace sonreir quedamente es que a ella también la mandan fuera. Donde las dan las toman. Esta vez no la espero, estoy hasta los cojones de la niña y sus arranques, al menos por el momento. Me dirijo al baño de chicos sin mirar atrás y me enciendo un cigarro aún antes de cerrar la puerta.

La niña me sigue tocandome los huevos, cómo no.

- ¿ahora sí me hablas?- pregunto dando una calada y mirandola con inquina desde los lavabos, apoyandome en uno- ¿por qué no te muerdes la lengua a ver si te envenenas?...anda- le señalo la puerta con la mano, de malas maneras- largate ya...este no es tu baño, pirate...ve a ver al director, le enseñas un poco el escote y seguro que te quita la falta...

Me vuelvo, dandole la espalda, ahora que me habla, ignorandola. Tiene más que decir, claro.

- que te pires niña...que ya no me interesa...

Oirla chillar es como escuchar llover, igual de monotono y sin sentido, nada de lo que dice lo tiene realmente y yo ya sé que estoy en ese punto en que mejor me callo y me lo pienso antes de decir nada o lo que diga puede resultar una verdadera barbaridad.

Sin hacerle caso le doy otra calda al cigarro, esquivandola cuando me lavo las manos y me acerco a secarlas en el papel secante, y sigo ignorandola cuando vuelvo al sitio, sorteandola sin mirar. Otra calada y alzo la mirada, inquieto, al escuchar algo que no es su voz de niñata inconstante.

- Mierda...

Viene alguien. La niña no deja de hinchar las pelotas y no baja la voz. Le tapo la boca con una mano metiendola en uno de los baños y cierro la puerta con el cigarro en los labios. Retiro la mano solo cuando se escucha claramente a alguien al otro lado, sujetandola por el brazo. Creo que es lo bastante lista como para no decir nada ahora. Yo miro la puerta, aparto el pitillo de la boca con una mano y vuelvo a recordar que no puedo permitirme una expulsión, así que intento deshacerme del cigarro levantando la tapa del vater con el pie y tirandolo en la taza. Se me escapa y cae con un ruido sordo y contengo la respiración. Escucho, sin mirarla, pero parece que quien quiera que fuese tiene mejores cosas que hacer.

Suspiro y la miro entonces, aún sujeta. Pegada a la pared y en silencio, mirandome con molestia. Demasiado cerca. No sé qué decirle. No se me ocurre nada. El susto de ser pillado, la respiración agitada de ella y el hecho de que hace días que no la tengo tan cerca hacen el resto. Bajo la mano con la que retengo su brazo hacía su cadera y al impulso hacía mi con fuerza, hasta que rebota en mi pecho.

"quita la mano de ahí"- me dice cuando mi apendice la toma del trasero. Aparto la mano con desisdia, comprobando la reacción.

- No- contesto abruptamente después de mirarla a los ojos y fijarme en sus labios separados y la respiración entrecortada. Conozco las señales, es tan terca como yo, pero necesita que la bese tanto como yo necesito besarla. Da igual lo que nos gritemos luego. La vuelvo a colocar en donde estaba, apretandola y cogiendole la cacha con fuerza, acercandola a mi en el proceso.

La miro desde arriba, esperando. La reacción es mejor de lo que esperaba, ella misma es la que acorta la distancia y me besa con urgencia y pasión. Ya no me corto. La necesito más que el aire para respirar. Me echo hacía delante aprisionandola entre la pared y mi cuerpo y le como la boca como si me fuese la vida en ello. No se queja, por contra me retiene el pelo entre los dedos y tira de él con fuerza, acercandome aún más.

No es así como pensaba decirselo pero creo que ella será capaz de entenderlo de todas formas. Es un "no sin mi niña". El caso es que saber lo que esconde la ropa no me ayuda en absoluto a mantener la cordura así que no tardo mucho en sacarle eso que lleva puesto y que apenas le cubre los hombros, sacandolo por su cabeza con prisa para volver a su boca. El resto viene solo y acabamos donde lo dejamos la última vez, solo que esta con sus piernas alrededor de mi cuerpo mientras la sostengo contra la pared y entro una y otra vez en ella mientras ambos intentamos respirar sin que nuestras lenguas dejen de entrelazarse un solo momento.

Y cuando nos abandonamos el uno en el cuerpo del otro no nos movemos y seguimos besandonos, recuperando la cordura de a poco hasta que ella se aparta y se viste con rapidez. La sigo, poniendome la ropa y sin decir nada, hasta que veo que tiene intención de largarse sin más y la retengo de la muñeca.

- espera...

No parece muy dispuesta así que la abrazo desde atrás y dejo que al aire salga de mis pulmones rozandole la nuca.

- lo siento...despertarme en tu cama y recordar de golpe todo lo que dije la noche anterior fue un tanto abrumador...

Se gira, alzando una ceja, creo que desconcertada. y yo entiendo que por mucho que quiera pedirle perdón de rodillas y decirle lo mucho que la necesito no uedo hacerlo, porque no puedo permitir que se mezcle en el lio que es mi vida.

Dudo, la miro a los ojos y se lo digo todo con ellos mientras mi boca dice otra cosa.

- supongo que sabrás que no estaba en mis cabales...

Si, eso, tú niegalo. Como si fuese a creerte. Reconozco el momento exacto en que se da cuenta de que le miento, ahora, no antes.

El fruncimiento de entrecejo es un acto reflejo al tono despota y autosuficiente que no esperaba en absoluto. Pero en una fracción de segundo mientras pienso en cómo tomarme eso, entiendo que tiene razón, y una cosa es no decirselo yo abiertamente y otra muy diferente tener que negarlo. La mejor opción es otra, o eso me parece al momento.

- tú vuelves loco a cualquiera- contesto en media sonrisa cinica dandole una acepción que no tiene nada que ver con lo dicho por ella. Espero que eso sirva, si ha sido capaz de entender los demás seguro que también pilla la salida por la tangente- otra cosa es que me encante...

Pero le guiño el ojo y paso dos dedos por su mejilla un segundo, antes de soltarla para que se vaya, cosa que hace.

No la veo más que en clases el resto de la semana, pero parece que ha abandonado el pasar de mi para meterse en una extraña forma de recordarme una y otra vez que está segura de que no le saco ojo de encima. Cosa que no deja de ser injusta ya que con los modelitos que se gasta últimamente no soy el unico que no le saca ojo, estoy seguro de que me putea a proposito.

Llega el viernes y una vez resueltos, o al menos encauzados, los demás asuntos, el caso es que me levanto con la idea de verla, me dirijo a clase con la misma idea, y a medida que el día pasa más me convezco de que soy idiota y que debería invitarla a salir. Con no llevarla a ningún sitio muy público para que nadie la asocie conmigo...qué diablos, es que estoy desesperado...en casa me pongo a hacer el album que le prometí, las fotos ya las tengo, el album está comprado, algo sencillo en verde y plata, elegante, falta colocarlas y poner una dedicatoria en cada una, algo personal. Creo que le gustará.

Con el paquete envuelto me decido al fin a cambiarme y por una vez dejo a un lado el negro y los vaqueros y me pongo unos pantalones dockers que compre alguna vez para una entrevista de trabajo, y un polo azul zafiro. Llamo a un amigo, le pido el coche y me encamino a su casa.

No me dejan entrar. El portero me odia. Espero fuera con el coche en marcha. Tarda mucho, pero estoy seguro de que no va a quedarse en casa un viernes, así que espero y espero. Salgo del coche para fumar un cigarro cuando me canso de estar sentado, y me apoyo en la ventanilla del acompañante.

Por fin aparece, preciosa, perfecta, andando...¿andando? Me doy cuenta cuando me mira y pasa de largo que hay otro chico esperandola en un descapotable amarillo, un poco más allá. ¿Cabreado? !si¡ Pero siempre con recursos...controlando las ganas de decirle cuatro cosas a ella y darle dos ostias a él sólo silbo, llamando su atención y cuando se gira le tiro el paquete a las manos.

- Cuando acabes de sacar al perro ya sabes donde estoy...

Le digo en voz alta y clara con el tono justo de exasperación. Me subo al coche y conduzco hasta el bar del otro día. Me quedo esperandola en la barra. No tengo idea de si vendrá o no. Pero quiero creer que sí, igual que iría yo.

Viene, si que viene...lo sé aún antes de girarme a comprobarlo. ¿cómo? no tengo ni idea, pero mientras me llevo la cerveza a los labios siento un soplo de aire y se me erizan los pelos de la nuca, y sé que no ha sido la puerta. Sonrio, mirando el liquido dorado en la jarra y le doy un momento para llegar. Pero no llega.

Me vuelvo entonces, y veo a un tipo cogiendola del brazo, no sé si es el mismo de antes, no sé por qué dudo que lo haya invitado a venir, puede ser muy puta, no me queda la menor duda, pero no creo que lo traiga aqui. Yo no lo haría, por mucho que quisiera ofenderla. Hay otras formas...¿qué ocurre entonces? No tengo ni idea, pero me levanto y voy a buscarla.

Le levanta la mano...¿le levanta la mano? yo lo mato, lo descuartizo y entierro sus partes en un abrevadero de cerdos. Tengo que empujar a dos tipos que están muy entretenidos observando la bronca para llegar a tiempo, pero alcanzo a parar el puño antes de que llegue a su rostro. Suerte...para él, porque si la toca no respondo.

- ¿qué haces chaval?

Pregunto calmado, ignorando el comentario de ella. Esta vez soy yo mismo, no pierdo los nervios por una pelea en un bar, es cosa de todos los días. Me responde alguna insensatez que ni me molesto en valorar.

- mira a tu alrededor- le indico con tranquilidad antes de soltarle la mano- esto no es un ring de boxeo ni uno de esos clubes que tú frecuentas...no hay normas y nadie va a tirar la toalla por ti cuando estes en el suelo...¿lo pillas?...tienes dos opciones, te tomas una copa o no, y sales por la puerta de tu propio pie, o te rompo los 216 huesos que tienes en el cuerpo y te dejan en el suelo, echo papilla hasta que llegue la limpiadora...tú mismo...

Lo suelto entonces, y me quedo parado esperando a ver qué decide, tonto del todo no es, después de mirar alrededor y ver el tipo de sitio donde se ha metido decide hacer mutis. Yo sólo espero hasta verlo salir por la puerta, con estos pijos nunca se sabe. Me encojo de hombros luego y me vuelvo, cogiendola de la mano para volver a la barra. Al llegar ella abre la boca, nerviosa, intentando explicarse. Le pongo un dedo en los labios, impidiendolo y sonrio.

- shh...aqui no...sin explicaciones.

No las necesito, sólo sé que ha venido. Es suficiente. Luego la beso, rozando apenas sus labios, y le tiendo el taburete para que se siente, colocandome tras de ella, de pie, y apoyando las manos para dejarla en medio, bien cuidadita. El camarero se acerca, sin darle importancia tampoco al evento. Ahora me sonrie, hace un momento casi ni me miraba.

- ¿margaritas?- pregunta con un poco de recochineo que no voy a tener en cuenta.

- Por favor- contesto yo sin ofenderme.

Se aleja a servir las copas y yo aprovecho para inclinarme hacía ella y, apartando su pelo, amoldarme en el hueco de su hombro.

- te extrañé- y sonrio entonces, divertido, antes de insinuar- no sabía que tuvieses tantos vaqueros...

"yo no te eché de menos para nada y tampoco me moria por verte"

- Nooo- afirmo yo siguiendole el juego y mirandola de soslayo sin moverme del sitio- para nada...por eso tardaste trece minutos en llegar desde tu casa cuando se tardan diecisiete con este tráfico...¿se puede saber qué le has dicho para que viniese por ciudad a más de cien?

No puedo dejar de sonreir, le agradezco que no haya exigido explicaciones de porque no la he llamado o pedido una cita y dí por supuesto que estaría ahí, también agradezco que no intente explicarme porque ha quedado con ese imbecil, no lo necesito, sé que es mi culpa.

- cada uno te sienta mejor que el anterior...

Lo digo, pero ya lo sabe, se ha pasado toda la semana notificando cada vez que se me salían los ojos. Los dos nos reimos, no sé muy bien de qué, pero somos felices. Es sencillo, estando a su lado.

- no está terminado- indico sobre el album, he dejado un montón de páginas en blanco tras nuestras fotos- hay que ir rellenandolo...si te parece bien...

Y le guiño un ojo, cogiendo nuestras copas cuando el camarero vuelve, como la otra vez le doy la suya y cuando ella la alza con intención de brindar, niego con la cabeza y le doy un sorbo mirandola por encima de la copa. He tenido que moverme a su lado para poder verla a los ojos, pero uno de mis brazos se mantine sobre su cintura, sin abandonarla.

- ¿Besarte?- me muestro sorprendido cuando pregunta, y luego sonrio a medias antes de inclinarme, apartarle la melena hacía atrás, dejandola por sobre su hombro y cayendo por su espalda y me acerco a besarla, con bastante más intención esta vez, tras perder parte del aliento, o mejor dicho, compartirlo con ella, abandono de a poco sus labios reclamando su labio inferior entre los míos hasta el último momento y luego me estiro un poco más hacía su cuello para decirle más bajo- pienso hacer mucho más que besarte...

La forma en que su piel se eriza al contacto con mi aliento me satisface, y sonrio del todo antes de volver a mirarla y acariciarle la nariz.